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Una larga pelea por la co-maternidad

Reportaje: Celeste Giacchetta

Ilustración: Amparo Guindon

La planificación familiar sigue siendo una deuda en Argentina tanto para quienes desean gestar como para quienes optan por no hacerlo. ¿Realmente se puede elegir?

Cielo y Camila se conocieron hace cuatro años y enseguida formaron pareja. Cielo tenía dos hijas de una relación anterior. El hecho de co-maternar despertó el deseo de poder gestar nuevamente. “No es fácil generar entre dos personas pautas de crianzas y lo pudimos lograr. Nos ayudó una psicóloga familiar y pudimos armar una armonía entre nosotras cuatro, como si hubiésemos vivido juntas toda la vida. Ese proceso nos llevó a plantearnos qué pasaría en realidad si podíamos ser mamás desde el momento cero”, dice Cielo. Una nueva persona. “Nos amamos mucho y queríamos tener una representación física del amor que nos tenemos, una personita que se parezca a las dos y así fue que comenzamos a buscar de hacer un tratamiento”, dice Camila.

El contexto de esta historia es producido por la Ley 26.862 de reproducción Médicamente Asistida también conocida como ‘Ley de producción Humana Asistida’ o ‘Ley Nacional de Fertilización Asistida’. Esta ley fue sancionada por el Congreso de la Nación Argentina el 5 de junio de 2013, y promulgada el 25 de junio del mismo año. Es una norma de orden público y de aplicación en todo el territorio, mediante la cual se permiten y regulan las más variadas posibilidades de fecundación e implantación, y se habilita sin mayores recaudos la criopreservación del material genético y de embriones.

La realidad con la que se encontraron es que la provincia de Córdoba no adhirió a la ley y sigue sin hacerlo. Debido a esto y a varias situaciones de violencia institucional y discriminación a personas LGTTBIQ+ que desean acceder es que la legisladora provincial del Movimiento Socialista de los Trabajadores, Luciana Echeverría, en abril de 2020, presentó un proyecto de ley para que Córdoba pueda adherir. “En pleno siglo XXI es intolerable semejante acto de discriminación. Que nuestra provincia a siete años de promulgada la Ley Nacional de Fertilización 26.862 siga sin adherirse es un obstáculo para el ejercicio pleno de los derechos que deja en evidencia el posicionamiento político del gobierno de Córdoba al respecto”, indicó la legisladora. 

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En su transitar por el sistema médico hegemónico y de obras sociales, Cielo y Camila sufrieron abuso institucional, violencia discriminatoria e incluso ginecológica. 

Cielo pasó por procesos hormonales y de fertilización, obligada por el equipo médico de CIGOR, que es la única clínica de reproducción asistida que tiene convenio en Córdoba con todas las obras sociales (que incluso recibe personas de otras provincias). 

Pronto supieron que no sería como soñaban. “En la primera entrevista nos fue súper mal. La secretaria no nos dejaba pasar juntas, no entendía nada ni tenía ganas de entender, así que terminamos pasando juntas porque el médico nos dejó. Nunca nos escuchó qué queríamos o nuestra propuesta”, cuenta Cielo sobre el comienzo de un camino que no debía ser tan difícil. “No quisimos volver con ese médico porque queríamos que el proceso fuera lo más amoroso posible, teniendo en cuenta que es bastante hostil, entonces apuntábamos a lo amoroso”, sigue Cielo. Muy pronto volvieron a chocar contra otra pared. “Terminamos yendo a una ginecóloga sin conocimiento de la diversidad, que nos hizo pasar otro momento difícil, y conllevó problemas físicos como un sangrado durante un mes”, sigue el relato de la larga lista de vulneraciones sufridas. 

Las violencias fueron desde las administrativas, con prácticas poco humanizadas, la invisibilización de su orientación sexual e incluso la negación de su familia. En este punto, se debe mencionar que existe la Ley de Matrimonio Igualitario desde 2010 en Argentina. Incluso, experimentaron abusos médicos que van desde la violencia ginecológica a la obligatoriedad de someterse a tratamientos invasivos hormonales. 

La odisea recién comenzaba, porque después de someterse a todo un año de evaluaciones patologizantes, sin necesidad, ya que ellas recurrían al pedido de asistencia reproductiva por ser una pareja homosexual y no por tener problemas de fertilidad, se toparon con la negativa de la obra social de cubrir el método que elegían para construir su familia, que es el llamado ROPA. “Siempre esos procesos dolorosos lo veíamos como parte y nuestro objetivo era llegar a hacer el método ROPA”, cuenta Cielo.

El método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja) se trata de una variante del tratamiento de fecundación in vitro (FIV) que permite la maternidad "compartida” en el caso de parejas de lesbianas. Esta técnica consiste en realizar la fecundación in vitro de los ovocitos de una de las mujeres y transferirlos al útero gestante de la otra. Ambas participan activamente en el proceso, con la finalidad de lograr un embarazo a término.

Para eso, fueron en busca de otra médica, que les dijo que serían sus “conejillos de indias” porque nunca había hecho ese tratamiento. Les costó, incluso, que cumpliera con darles las órdenes que debía autorizar la obra social. “Nos dieron los papeles y fuimos a la Obra Social y pensamos ‘ya está, acá empieza todo lo más fácil’. Esperamos dos semanas, me llaman por teléfono y me dicen que no nos autorizaban. Una desesperación”, sigue Cielo su relato.

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Ante esta negativa inesperada, solicitaron asistencia legal a la Federación Argentina LGBT (FALGBT), donde les aconsejaron que pidan por escrito el motivo de la negativa de la obra social a cubrir el procedimiento. Con este paso, Cielo y Camila pudieron elevar una carta documento a la obra social.

“Nos respondieron una carta desconociendo nuestra pareja y nuestra familia, a pesar de que en la obra social estábamos los cuatro incluidos, ya que nos cobraban como grupo familiar. No la reconocían a Camila, no reconocían los óvulos de Camila, la reconocían como una donante. Nos pareció super discriminatorio porque, claro, si tenés una pareja hétero no vas a ir a comprar donación de esperma sino que vas a usar el esperma de tu esposo. Entonces no es una donación. Nos decían que en Argentina estaba prohibida la donación directa y que, en último caso, si queríamos hacer el método ROPA, tenía que ser con embriones del banco de donación”, sigue el relato de las violencias sufridas. 

Tras la presentación realizada con asesoría de la FALGBT, convocaron a Cielo y Camila a una reunión. 

“Había como 10 personas, nos preguntaron por qué queríamos tener un bebé. Nosotras explicamos que hacía años teníamos una familia y queríamos que crezca. Fue muy raro, teníamos que explicar por qué queríamos ser mamás”. 

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La aprobación, por fin, del método resultó ser este año, por lo que se encontraron con un nuevo panorama: la pandemia. De haberse evitado tantos pasos innecesarios, esta situación hubiera sido de otra forma. Los pasos patologizantes fueron innecesarios en el caso de la inseminación por familia diversa. 

Cielo y Camila cuentan que la pandemia las sorprendió a punto de empezar el segundo tratamiento de fertilización asistida, haciendo que se retrase el proceso pero también permitiendo a la obra social – nuevamente – no autorizar el procedimiento por “no contar con personal trabajando” o incluso de “emergencia sanitaria”, debiendo trasladar los embriones de la clínica CIGOR a CRYOBANK para hacerlo de manera privada con sus ahorros.

La pareja sintió inmensas frustraciones y constantes violencias institucionales que las obligaban a explicar una y otra vez la composición de su familia, como el deseo de ser madres. Llegaron a pensar en una lucha legal con obras sociales, en particular APROSS, que es una prestadora obligatoria para todo empleado público de la provincia de Córdoba, es decir, que no pueden elegir cambiarse a otra si así lo desean.

Una vez iniciado el segundo tratamiento, en el 2020, ellas cuentan que los chequeos recibidos con el protocolo de la COVID- 19 eran incómodos y no podía entrar más de una persona a la sala, por lo que sus planes de estar juntas durante el procedimiento fueron cortados, generándoles mucho estrés. También se les requirió un hisopado para poder continuar con el tratamiento.  

Debido a todos estos contratiempos y la sospecha de aprovechamiento de la pandemia por la obra social para negar las autorizaciones pertinentes, Cielo y Camila probaron con el método de fertilización asistida y comprar el material genético: durante este proceso remarcaron que les sorprendió “la velocidad a la que accedieron a la muestra cuando se solicitó de forma privada” (solo tardó 24 horas) aunque cuentan que, desde la clínica “no brindaron toda la información para poder hacerlo desde la casa”.

La decisión de Cielo y Camila era generar un marco amoroso y seguro. “No queríamos que fuera en una clínica en donde nos trataran como si fuéramos cosas, sino que nos traten como personas, que sean respetuosas, que sean cuidadosas en lo más mínimo, que es la intimidad de uno y que puedan hacerte sentir parte del tratamiento. No sos una cosa que te ponen y te sacan, sino un cuerpo con sensaciones y emociones”, relata Cielo sobre las decisiones que tomaron como pareja para continuar su búsqueda.

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Finalmente, tras contactarse con la organización Familias Homoparentales y Diversas de Córdoba, más específicamente con su presidenta Cecilia Quinteros, optaron por la inseminación domiciliaria. La organización aporta el acompañamiento de una ginecóloga, una asistencia telefónica por la pandemia, como así también apoyo psicológico por parte de una terapeuta de familia y el asesoramiento legal.

“Hace poco menos de un mes llegó la muestra genética”. Cielo contó que llegó perfectamente embalada y dentro de un gran bloque de hielo seco, que tenía una perforación donde estaba guardada la minúscula – pero cara – muestra genética. “El manual de instrucciones dice que es sumamente sencillo inseminarse con la jeringa que suministran junto a la muestra”, pero Cielo relató que “esto no es tan así”. La primera práctica fue muy frustrante, ya que la mayoría del material genético se desperdició.

Actualmente, y gracias a la idea de su ginecóloga, esperan la llegada de otra muestra que nuevamente compraron de forma particular; pero esta vez, con la información de otra forma de introducirla al cuello del útero y con el asesoramiento por videollamada de las profesionales que las acompañan y apoyan. 

Cecilia Quinteros, una de las personas que acompaña el proceso de Camilia y Cielo, puso a disposición las redes de la Asociación Civil para ello. “En los últimos años hubo dificultades para acceder a tratamientos de reproducción humana asistida para aquellas personas que no cuentan con una obra social que adhiera a la Ley nacional 26.862”, afirmó la presidenta de Familias Homoparentales y Diversas de Córdoba. Además, sostuvo que “no todas las provincias adhieren – como es el caso de Córdoba –, por lo que, desde la organización acompañamos a personas que tienen el deseo de gestar pero que no están alcanzadas por las políticas públicas”.

Quinteros remarcó que la Ley de Reproducción Humanamente Asistida no está siendo aplicada como corresponde en todos los centros médicos públicos de Córdoba y tampoco en el país. Y se preguntó: “¿A qué personas se les está permitido gestar y a quiénes se deja afuera de esa posibilidad?”. Desde Familias Homoparentales y Diversas, antes o después de los encuentros anuales que realizan, han estado asistiendo a parejas heterosexuales que fueron sometidas a tratamientos rigurosos e invasivos, que recaen con el peso médico sobre el cuerpo de la mujer, provocando desarreglos físicos y emocionales debido a la hormonización para luego descubrir que el inconveniente era con los espermas. 

“Estamos necesitando poder decidir sobre nuestros cuerpos. La Ley 26.862 exige la medicalización de la gestación, y por ende, expulsa a muchas personas que por cuestiones de identidad de género, orientación sexual o edad no se encuentran contempladas o al menos no lo hacen como deberían”, finalizó Quinteros.

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Camila y Cielo pasaron desde que comenzaron con su búsqueda de ser madres por varias instituciones. CIGOR es la única clínica con convenio con todas las obras sociales de Córdoba y recomendada como la mejor en cuanto a banco de donantes. En Nacentis no les quisieron aprobar el método ROPA y terminaron judicializando para que se lo aprueben. Para comprar el material genético de forma particular recurrieron a Cryobank. Eso implicó la utilización de todos sus ahorros. 

Cada estudio de fertilización tiene una vigencia de solo 3 meses, por lo que cada vez que tenían una instancia legal o de "demora administrativa" debían volver al principio, a realizarse los estudios. Cielo y Camila denuncian esta práctica como una "avivada de las obras sociales para que una desista y no avance con el pedido". 

En cada institución encontraron resistencias, falta de formación en perspectiva de derechos, ya sea desde la atención administrativa hasta la médica, y por ende, en todas tuvieron que dar explicaciones de la composición de su familia diversa. 

Para el colectivo de lesbianas, bisexuales, travestis y personas trans y no binaries, es una de las primeras trabas: acceder a un sistema de salud que sigue normas y protocolos en términos binarios y heteronormativos.

Cielo y Camila remarcan lo injusto que es que para maternar no baste el deseo y que hayan encontrado tantas problemáticas debido a su orientación sexual. Este año cumplieron su primer aniversario de casadas gracias a la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario que en 2020 – y en pandemia – cumplió su primera década como derecho.

Recordá que si necesitás información, tenés dudas o considerás que tus derechos sexuales o reproductivos han sido vulnerados podés comunicarte al 0800-222-3444 en todo el país.