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Pido compartir

Ilustración: Amparo Guindon

Un cáncer de cuello de útero, una cirugía negada, y una derivación cajoneada. Esta es la historia de una mujer que luchó dentro de un sistema de salud afectado por la pandemia y la crisis económica.

Parada en la vereda frente al Hospital Zonal, sosteniendo su vientre con una mano y los estudios que le acababan de dar, la cartera y el celular con la otra, sacó como pudo los papelitos que contenían los resultados de una tomografía computada y una resonancia. Leyó cada palabra que figuraba debajo de sus datos personales y de la fecha, 4 de agosto, frunciendo el ceño e inclinando la cabeza, pero sin entender del todo lo que decían. 

Dos semanas después, entró última al consultorio del ginecólogo Pablo Pecci, quien le había indicado hacerse esos exámenes. Dejó los estudios sobre la mesa, esperando que el médico le despejara todas las dudas que su propia búsqueda en Google le había generado. 

 – Esto – dijo, señalando la tomografía – te salió maligno. Va para cirugía de alta complejidad, y yo no te voy a operar porque estoy enojado con el hospital. Muy enojado. – sentenció Pecci y de pronto, el sonido ambiente se apagó, y por primera vez en toda la consulta se miraron fijamente. El remate nunca llegó.

***

El 20 de marzo de 2020, un anuncio del gobierno puso en vilo a todo el país: cuarentena obligatoria a raíz de una pandemia generada por una enfermedad denominada COVID-19, de la que lo poco que se sabe es que es altamente contagiosa y que puede ser mortal. 


Fiebre, dolor de cabeza, tos, son los síntomas que pueden indicar haberse contagiado, pero lo que sentía Valeria anunciaba otra cosa. 

Con su mano masajeando la parte baja de la panza, sangrando y con una curvatura pronunciada en la espalda, el 3 de julio acudió al centro de salud del barrio Corradi con el dato de que allí atendía una única ginecóloga en todo Trelew. Había sido informada de que en el Centro Materno Infantil (CMI) del Hospital Zonal “no te atendían por cualquier cosa” y sólo recibían urgencias.

Al llegar, la vió la médica Patricia García.

–Ese sangrado puede ser por varias cosas, te tenés que hacer un Pap y una colposcopía, pero acá no lo estamos haciendo, así que averiguá dónde te lo pueden llegar a hacer.

–¿Y qué hago mientras tanto?

–Usá estos óvulos y vení a verme cuando los termines.

Valeria usó los óvulos como le indicó la médica, pero su condición se agravaba aún más.

Hace un año cambió sus hábitos y comenzó a tener una vida más saludable, corriendo, entrenando y jugando al volley. Los partidos se habían suspendido por la cuarentena, pero el grupo seguía teniendo entrenamientos virtuales durante la semana.

Hacer una sentadilla comenzó a sentirse para Valeria como un agudo pitido en los oídos, y la barrita de energía de su cuerpo de a poco se fue vaciando hasta requerir de la ayuda de su pareja para levantarse de la cama.

Fue a ver de nuevo a la médica, y al hablar con el personal de mesa de entradas, le sugirieron que le preguntara si podían realizarle los estudios de forma particular. Hasta ahora nadie, absolutamente nadie, pudo darle la respuesta sobre dónde hacerse los estudios de manera gratuita. Nadie.

– Doctora, ¿usted hace esto por privado?

– Sí, pero acá no lo estoy haciendo, en EcoRad sí. Llamá y preguntá los valores.

10 mil pesos era el total que le dijeron a Valeria que tenía que pagar por los estudios que Patricia García le indicó.

***

Valeria agarró el celular y eligió un contacto en especial de la lista. Marcó, y del otro lado escuchó una voz familiar: era su mejor amiga. Le comentó la situación con preocupación. “¿Sabés qué vamos a hacer? Voy a hablar con un médico que conozco de acá, de la obra social, es de Rawson”, le sugirió. 

Ella trabaja en la obra social de un sindicato, y tenía al menos una de las respuestas que Valeria tanto estaba esperando. 

– La médica del Corradi me mandó estos estudios, pero me dijo que en Trelew no me los iban a poder hacer. – Le dijo Valeria al médico entregándole las órdenes.

– Lo que hizo esta médica no puede hacerlo, no tendrías que haber venido a Rawson cuando en Trelew tienen la obligación de hacerlo.

Sacó el celular del bolsillo y empezó a fotografiar una por una las órdenes.

– Yo le traje los pedidos para que vea que realmente fue así.

– Con estas fotos voy a hacer la denuncia correspondiente. Ahora acomodate por allá que te voy a revisar.

Orden emitida por la médica Patricia García
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Luego de chequearla e indicarle un análisis de sangre, obtuvo los resultados esa misma mañana. “Estás anémica”, “tenés muy feo el cuello del útero”, “embarazada no estás”, fueron las palabras enunciadas por el médico de Rawson.

Diez días después de esa visita, Valeria no tenía un diagnóstico certero, y la supuesta denuncia jamás se concretó, lo único que tenía era una visita pactada en el CMI en carácter de paciente con urgencia.

***

La COVID-19 alteró por completo al sistema de salud, pero en Chubut, además, se viene dando una crisis económica que se ve reflejada en la falta de insumos, infraestructura y personal.

Personal médico manifestándose frente al Hospital Zonal de Trelew
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El gobierno chubutense a cargo de Mariano Arcioni está pagando los sueldos con hasta tres meses de retraso, sin aguinaldos y escalonado por falta de fondos, a raíz de diversas causas por malversación. Dividió a los trabajadores en cuatro rangos, siendo el rango uno el que cobra primero. Los trabajadores de la salud se encuentran entre el rango 2 y 3, por ende, no cobran hasta muy entrado el mes. En este contexto, el CMI es uno de los principales centros donde se materializan estas falencias del gobierno chubutense, mientras continúan cubriendo el área de salud pública con lo que tienen a mano.

La puerta de entrada del CMI está bloqueada, únicamente se puede acceder por una puerta de emergencia angosta y gastada que se encuentra junto a unos enormes tanques y tubos de gas. Antes de ingresar, un hombre calvo vestido con un camperón te toma la temperatura a la vez que hace algún chiste alusivo a la situación pandémica. Una vez adentro, el olor a desinfectante penetra hasta el barbijo más grueso. Una oficial de policía “custodia” el lugar sumergida en su celular, intercambiando de vez en cuando alguna palabra con el señor de la entrada. La puerta de guardia es sólo para pacientes sin síntomas, está abierta de par en par y no hay nadie dentro. El chirrido de las crocs de médicos y enfermeros se escucha constantemente, aunque no los veas pasar a todos. Las paredes están despintadas y sucias, y las puertas tienen los bordes abiertos, dejando expuesta la madera. Hay carteles que anuncian que los consultorios externos no están abiertos, sólo atienden urgencias, y algunos otros que invitan a protestas contra el Ministerio de Salud y, más precisamente, contra el gobernador.

Centro Materno Infantil de Trelew
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Entre 2019 y 2020, el personal médico de salud pública realizó 54 días de paro, reclamando los pagos en tiempo y forma y mejores condiciones de trabajo.

La cantidad de horas y las malas condiciones laborales, con personal ausente y falta de insumos, generan una tensión con los pacientes, al no haber recursos suficientes para solventar las urgencias que se presentan. 

Con este panorama se encontró Valeria cuando acudió el domingo siguiente al CMI, derivada por el médico rawsense. 

Otro Pap, una colposcopía que la hizo ver las estrellas, biopsia. Todo en manos de no uno, sino dos médicos que seguían sin darle una respuesta certera, ni siquiera un atisbo de lo que sucedía en su cuerpo. El resultado de la biopsia no llegaba, y la única solución que vio posible fue levantarse e insistir. 

Pasada una semana, logró contactarse con el ginecólogo especialista en oncología Pablo Pecci, quien le indicó una tomografía computada y una resonancia sin siquiera revisarla.

– Aguantá los dolores y sino, diclofenac – le dijeron cuando ella manifestó que estaba con muchas molestias. “Me quedaba sentada horas esperando a que me atiendan o decidan qué hacer”, cuenta.

El tiempo que suele compartir con sus tres hijos de 12, 5 y 3 años, se ocupó en las idas y venidas al hospital y al CMI. Los abuelos estaban cada vez más presentes en sus rutinas, mientras Valeria permanecía sentada en las sillas verdes de plástico de la sala de espera. Aunque para algunas personas, la compañía en un momento así pueda ser necesaria, ella prefirió resolver sus asuntos sola. No quería que su pareja ni su madre se quedaran esperando, o que fueran por ella temprano en la mañana. Su cuerpo cada vez se encontraba más limitado, pero estaba convencida de que, si no se presentaba en persona, no se resolvería nada.

Las mujeres de mesa de entrada se negaban a darle un turno próximo aunque su caso fuera urgente, como lo indicaban las órdenes de Patricia García y del médico del hospital de Rawson. Todos pasaban delante de ella, nadie hacía preguntas, ninguno de los tres médicos que la conocían se detenía a decirle aunque sea “esperá que ya te atiendo”. Aún así, no dejó de tocar la puerta ni de instalarse a las 8 de la mañana en la guardia a la semana siguiente.

     
Orden de urgencia emitida por la médica Patricia García
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– Fui sin turno, siempre sin turno, y golpeé. Sabía que a las 8:30 de la mañana llegaba Pecci. Vi a Julieta López peleando con la mujer de mesa de entrada.

Julieta López es una de las tres médicas que atendió a Valeria. Se encuentra realizando la residencia en el CMI, y ese día, en particular, la tensión entre ella y la secretaria estaba al borde de la explosión frente a las mujeres que esperaban ser atendidas.

 – Necesito las historias clínicas de estas pacientes por favor.

– Ellas no tienen turno, no te las puedo dar.

 – ¡Te estoy pidiendo por favor que me las des! Hay que revisarlas, no importa si vinieron sin turno.
– Yo no te las voy a dar, hablá con Pecci.

– Pecci no llegó, me las tenés que dar a mí porque soy yo la que las va a ver –exclamó Julieta elevando la voz a la vez que rodeaba la mesa. Le dijo algo a la mujer al oído, y consiguió de mala gana lo que necesitaba.

Entre esas historias clínicas estaba el caso de una señora a la que habían internado y después mandaron a su casa porque no la iban a operar. Esa mañana estaba muy descompuesta al lado de Valeria, teniendo que esperar hasta lo último para ser atendida.

Después de estar ahí casi todo el día, Valeria ingresó al consultorio de Pablo Pecci. Sin recibir contestación a su saludo de “buenas tardes”, dejó los estudios arriba del escritorio, entre ellos, la biopsia que tardó casi 15 días en llegar. Pecci agarró la lapicera y se sumergió en los papeles, escribiendo en la historia clínica de Valeria. Julieta López ingresó al consultorio unos minutos después y se sentó junto a Pecci, quien en ningún momento dejó de escribir ni emitió palabra alguna.

– Esto – dijo señalando la tomografía – te salió maligno, va para cirugía de alta complejidad, y yo no te voy a operar porque estoy enojado con el hospital, muy enojado. 

Valeria abrió los ojos apuntando fijamente a Pecci, quien por fin hizo contacto visual con ella.

– ¿Y qué hago ahora?

– Hay que decidir una fecha de derivación.

– Tengo una tía secretaria en el Ministerio de Salud, capaz pueda hablar con ella – dijo, sabiendo que no le iba a servir de nada.

– Bueno, mejor. 

Antes de que Valeria pudiera decir algo más, el médico la invitó a retirarse del consultorio, sin explicaciones sobre los estudios que acababa de ver y sobre su enojo con el hospital.

Julieta la retuvo dos horas más dentro del CMI para darle los papeles, al tiempo que Valeria se encorvaba y se apretaba cada vez más la parte baja de la panza.

Aquello “maligno” que nombró vagamente Pecci era un cáncer de cuello uterino en estadío IB2 que requería una histerectomía, es decir, extirpación del útero.  

 
Resonancia y tomografía de Valeria
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– Hoy no te voy a hacer el escrito de derivación, yo te llamo cuando esté listo – dijo Julieta, seguido de “esperemos a ver si Pecci se arrepiente”. Ese “te llamo” no ocurrió, y en su lugar, recibió un “tenés que venir vos a buscar la derivación, llevarla al hospital para que la autoricen, y traerla de vuelta al CMI”. 

En el Hospital le dijeron que no podían autorizar esa derivación porque decía “por falta de médico tratante”, y médico había. “No podemos cubrir ese gasto fuera teniéndolo dentro”, expresó la encargada del área, así que la reenviaron al CMI.

Hoja de derivación emitida por el CMI
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– Pasaron dos semanas y llamé a esa mujer del hospital, me dijo que ella ya había mandado todo al CMI. Voy ahí y exijo que me den mi derivación, así busco la manera de operarme. Ahí me enteré que la habían cajoneado.

Habían pasado casi tres meses desde que Valeria comenzó “con eso”, eso que tenía un nombre, cáncer, pero no una explicación. Pasó por siete médicos, y aún así, Google fue su principal fuente de información.

Valeria tuvo que acudir a la computadora para saber qué es el cáncer de cuello de útero, qué es una histerectomía, qué le podía pasar de ahí en más. 

El cáncer de cuello uterino es el tercero en incidencia en mujeres en Argentina, según datos de 2018 del Instituto Nacional del Cáncer. Además es la cuarta causa de muerte por cáncer en mujeres en el país: 5,6 muertes por cáncer de cuello uterino por día y 2.048 por año, según datos del mismo instituto de 2017.

Pero eso no se lo dijo ni Pablo Pecci, ni Julieta López, ni Patricia García. Se lo dijo Google.

***

– El lunes 21 de septiembre hice la denuncia por Facebook. Tenía todos los estudios con fecha para marcar cada uno de los pasos, concreto con cada médico para que se entienda la situación que estoy atravesando.

La declaración de Valeria se titula “Pido compartir...”, y se compartió más de 600 veces. 

– Una persona me pasó el contacto de la directora asociada del Hospital, Mariela González, y la llamé. 

Mariela González fue la única en cumplir con su compromiso de buscar los papeles en el CMI y llevarlos al Ministerio de Salud para derivarla. Valeria no confió del todo en ella debido a que, un mes antes de ese llamado, la secretaria del ministro de salud Fabián Puratich le aseguró que la enviarían pronto a Buenos Aires, sin tener ninguna certeza al respecto. 

– Finalmente la directora me llamó y me dijo que agotó todas las instancias dentro de la provincia, llamó a todos los hospitales, hasta que decidió llamar a emergencias sanitarias. Habló con el encargado que automáticamente autorizó la derivación a Buenos Aires en avión sanitario para el 5 de octubre con turno el 9 en el Hospital de Clínicas.

Valeria viajó a Buenos Aires junto a su pareja en un avión sanitario, alejándose de sus hijos por primera vez y por tiempo indeterminado.

Hasta el momento en que decidió hacer público lo que le pasaba, ella no había pedido asesoramiento legal, no sabía a quién recurrir. Luego de haber hecho público su caso en Facebook, se contactaron de Defensoría Civil y le asignaron un defensor de oficio para demandar al CMI.

Nelson Rapimán es un abogado trelewense de nuevos derechos que tomó el caso de Valeria y dividió la situación en dos instancias. La primera consiste en que el CMI dé aviso en un plazo de 20 días sobre las acciones correctivas que se realizaron para ayudar a Valeria, y la segunda instancia, si es que ella decide avanzar, consiste en una denuncia de violencia institucional contra el CMI.

***

Una vez consultado el caso en el Hospital de Clínicas, comienzan a aflorar a través de estudios más complejos las consecuencias del paso del tiempo.

– Me dijeron que hace tres meses en Trelew estaba en una fase operable y ahora estoy en otra, se agrandó el tumor y tengo que hacer quimioterapia para que me hagan la cirugía – expresó Valeria, seguido de un suspiro y un momento de silencio. – No sé cómo tenés que estar para que vean que es grave.

Cuando finalice con la serie de estudios, comenzará un tratamiento para reducir el tumor y ver si es posible una cirugía para quitar lo que quede. Es muy creyente, siempre pide en sus redes sociales que recen por ella, deposita su fe en que Dios la va a ayudar en lo que queda por recorrer. La lucha no terminó para ella, pero las nubes grises se van tornando cada vez más blancas.

– Me escribieron muchas personas contándome situaciones similares, y yo les dije que no dejaran de insistir. Si no luchás por vos, nadie lo va a hacer. 

Valeria Gallardo
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Recordá que si necesitás información, tenés dudas o considerás que tus derechos sexuales o reproductivos han sido vulnerados podés comunicarte al 0800-222-3444 en todo el país.